Jugar con PLASTILINA no solo divierte y estimula la creatividad de los niños, sino que además mejora su capacidad para concentrarse, facilita sus procesos de lectoescritura, les permite fijarse metas a corto y largo plazo, y de paso los tranquiliza.
Ablandar y moldear una masa de color, luego mezclarla con otras y hacer pequeñas piezas hasta crear mundos de plastilina constituye una actividad mucho más compleja e importante de lo que se cree, pues contribuye significativamente en el desarrollo de los niños, siempre y cuando cuente con la supervisión y dirección de padres y adultos.
“Los niños nunca van a tener miedo de dañar un pedazo de plastilina, eso permite que se acerquen a este material con total confianza y libertad. Al hacerlo, pueden experimentar como quieran y arriesgarse a hacer lo que su imaginación les indique”, asegura Luz Betty Torres, artista plástica y autora del libro El mundo de la plastilina.
Y es que el moldeado de plastilina involucra aspectos esenciales en el desarrollo del niño, como la capacidad de concentración, fijarse metas a corto y largo plazo, facilidad con los procesos de lectoescritura, aprender más fácilmente y tranquilizarse en momentos de mucho estrés o que les exigen estar muy alertas.
En ese sentido, María Ligia Cifuentes, psicopedagoga de la Clínica Reina Sofía, quien desarrolla actualmente el programa de psicopedagogía y terapia lúdica con niños hospitalizados, comenta: “La plastilina es un material con el que los niños tienen contacto directo e inmediato; pues el hecho de que puedan moldearlo como quieran y de forma rápida hace que se desarrolle mejor su sistema propioceptivo, que es el que permite que la información que el niño recoge a través de su cuerpo, la pueda interiorizar y expresar. Así, sus procesos de aprendizaje se facilitan posteriormente”.
TOMADO DE: http://www.abcdelbebe.com
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